Por Lincoln López
El tema de hoy es para recordar el famoso cuadro “Cristo de San Juan de la Cruz” pintado en 1951 por el genio y artista español Salvador Dalí (1904-1989), considerado como uno de los más sobresalientes exponentes del surrealismo del siglo XX. En vez llamar esa pintura “Jesús crucificado”, Dalí prefirió titularlo San Juan de la Cruz, según dijo, porque se inspiró en un dibujo del místico, conservado en el convento de la Encarnación de Ávila (España). Otro elemento de la vida real incluido, en la obra se observa en la parte inferior, es el paisaje apacible de la bahía Port Lligat, lugar conocido internacionalmente por ser la residencia y posteriormente la Casa Museo Salvador Dalí.
Dalí explicó esa pintura con las siguientes palabras: “Mi ambición estética en ese cuadro era a la contraria de todos los Cristos pintados por la mayoría de los pintores modernos, que lo interpretaron en el sentido expresionista y contorsionista, provocando la emoción, por medio de la fealdad. Mi principal preocupación era pintar a un Cristo bello como el mismo Dios que él encarna”.
Dos motivos me animan en presentar esta extraordinaria obra de arte con sus valores en sí misma. La otra, es por considerarla muy adecuada por el mensaje que transmite en esta época del año.
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