Por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio
Orar sin desmayar es un acto de confianza plena en que Dios siempre escucha nuestras súplicas.
A pesar de las dificultades y las esperas, debemos mantener la fe, sabiendo que Él responderá en su tiempo y según su voluntad.
La oración persistente fortalece nuestra relación con Dios y nos enseña a depender únicamente de su sabiduría y bondad, confiando en que siempre tiene un plan perfecto para nuestras vidas, aunque no siempre comprendamos sus tiempos.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
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