Por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio
Desde el momento en que el árbol del conocimiento en el Edén nos arrancó la vida, Dios nos regaló la esperanza de recuperarla a través del árbol de la cruz. Mientras el árbol en el jardín de Adán trajo la caída, el árbol de la cruz nos trae la salvación.
En la muerte de Cristo, Dios nos dio la oportunidad de restaurar lo perdido, ofreciéndonos la vida eterna y recordándonos que, a través de Jesús, siempre hay esperanza de redención.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
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