Aviación viva

​El afán del Protagonismo

|

Miguel Colon

Por Miguel Colón


Ojalá la ética, fuese la base del comportamiento humano a nivel general, sin embargo, nos encontraremos con personas de todo tipo. Existen personas que quieren brillar gracias a la luz ajena; así sucede cuando alguien se atribuye méritos que no le corresponden, al hacer de su propiedad un trabajo que, en realidad ha realizado alguien más, deseando que esa persona quede en la sombra cuando no sean reconocidos sus éxitos.


Muchos desean ser el centro de atención, y esto es algo que de por sí no tiene por qué significar nada malo. De hecho, desean destacar, sentirse admirados y valorados por los demás. Pudiéramos decir que casi todo el mundo quiere tener sus cinco minutos de gloria y fama.


Sin embargo, hay quienes en su afán de protagonismo llegan a niveles desorbitados, casi patológicos.


Interesados en que todos hablen de ellos, estas personas son capaces de llamar la atención y monopolizar las conversaciones hasta cuando no corresponde, como por ejemplo en la boda de un amigo o el funeral de un conocido.


Todos conocemos a alguien que le encanta ser el centro de atención. Puede ser un amigo, un familiar, un compañero del trabajo o, incluso, nosotros mismos. Esto es algo que, en su justa medida, es un rasgo de personalidad normal, sana, nada preocupante. Ser una persona extravertida está muy valorado en la mayoría de los contextos, pero a veces, su exceso puede convertirse en un problema.


Esas personas que creen merecer un trato especial asumen que tienen más derechos que los demás. Todos tenemos derechos a ser respetados, a tener un trabajo, alimentos, un hogar, relaciones felices, etc. Sin embargo, hay quien se percibe a sí mismo como ese planeta inmenso en medio de una galaxia solitaria en la cual, todos debemos girar como si fuésemos satélites.


Esas figuras que integran en lo más profundo de su ser una forma de favoritismo perpetua revelan unas características psicológicas muy particulares. El doctor John Gedo, psicoanalista y autor de libros como, La teoría de la mente (1976), destaca algo ilustrativo. Todos estamos programados para asumir que tenemos más derechos que el resto cuando somos muy pequeños.


Sin embargo, a medida que crecemos, tomamos conciencia de que los demás también tienen necesidades. Nuestros padres también tienen la importante labor de limar ese egoísmo infantil casi innato, para favorecer nuestra empatía y apertura a los demás. Sin embargo, hay quien no desarrolla esta capacidad; la de asumir que todos por igual merecemos el mismo trato.


La constante atribución de alguien, de los logros alcanzados en el sector aéreo nacional por parte de los medios radial y televisivo “Por Aire, Mar y Tierra” y el diario digital “elaviador.do”, es un indicativo que estamos frente a una persona que según los investigadores Emily Zitek (Universidad de Cornell) y Alexander Jordan (Facultad de Medicina de Harvard) quienes realizaron un interesante trabajo en el 2017, y descubrieron que esas personas que creen merecer un trato especial y que creen estar por encima de los demás todo lo ven injusto. Les cuesta asumir recomendaciones o normas porque ellos se perciben más autorizados que el resto. Se trata de un patrón de personalidad altamente problemático a todos los niveles. La convivencia con ellos deriva en un vaivén de conflictos, desavenencias y tiranteces. 


Asimismo, esos hombres y mujeres -ensimismados en sí mismos- están dentro del espectro del

trastorno narcisista. Esa falta de empatía y priorizar las propias necesidades sobre las ajenas, es una pista de ello.



Este tipo de perfil se acompaña por otras características ya conocidas, como son:


  • El mundo siempre les debe algo, según ellos. Es como si hubieran hecho infinitas cosas por toda la humanidad y el propio mundo está en deuda con su persona.

  • Independientemente de lo que tengan o hayan logrado, siempre esperan recibir más.

  • Dan por sentado que quienes les rodean están obligados a hacer cosas por ellos. Para lograrlo, no dudan en manipular y hacer uso del victimismo.

  • Cuando los demás no ceden a sus demandas, pueden reaccionar de manera teatral, infantil, tiránica y hasta violenta.

  • No agradecen nada de lo que logran ni valoran a nadie de quienes les rodean.

Asimismo, es interesante considerar un detalle. Hayinvestigaciones investigaciones que destacan que quienes viven con esa idea de que merecen un trato preferencial, en realidad, son personas infelices y frustradas. Pero esa insatisfacción vital deriva muchas veces en hostilidad.


“La verdad siempre sale a la luz, y más cuando es sustentada con las herramientas correctas”


Miguel Colón

Comentarios

Captura de pantalla 2018 07 23 a las 13.46.50