Por Santiago Castro Ventura
Los que deseamos por lo menos en respeto a la memoria histórica de Toussanit y Dessalines en Haití se imponga una solución exclusivamente haitiana, cada día debemos observar como esa esperada solución no solo va perdiendo terreno, sino que se encuentra en el abismo, sin la esperanza de un próximo rescate. Los vándalos que han heredado el terror de los Tonton Macoutes, están demostrando que son quienes mandan en ese país, llegando al extremo de convertir en “normales” sus amenazas de proponerse derribar aviones de pasajeros, cuestión que es un crimen de lesa humanidad.
Aunque no han conseguido su lóbrego objetivo material, si lo han logrado políticamente. La comunidad internacional se ha acostumbrado a estos intentos frustrados, quizás esperando que algún día no fallen en el blanco, derribando con “éxito” un avión de pasajeros.
El vandalismo aéreo es muy diferente a la guerra aérea, es horror de la peor categoría. injustificado bajo ningún concepto.
Ya en nuestro continente hemos contado con ejemplos aterradores, desde que los terroristas Orlando Bosch y Luis Posada Carriles ordenaron colocar una bomba a un avión de pasajeros de Cubana de Aviación, que partió desde Barbados, hasta el nunca injustificable atentado contra las torres gemelas (World Trade Center) en New York, llenando de luto y dolor a muchos países entre ellos nosotros, pues somos numerosos los dominicanos con familiares en esa gran ciudad y en esa desgracia sucumbieron por lo menos veinte y siete dominicanos.
Ya antes en nuestro espacio aéreo en el periodo final de la tiranía trujillista se había intentado el derribo de un avión de pasajeros de la compañía aérea brasileña VARIG, que fue interceptado en el espacio aéreo internacional próximo al país por aviones de la aviación militar trujillista, que lo conminaron a desviarse hacia el aeropuerto General Andrews de la entonces Ciudad Trujillo en la zona de Miraflores.
Ellos tenían la falsa denuncia que en el avión viajaba Juan Isidro Jimenes Grullón, importante líder exiliado antitrujillista, que finalmente no pudieron comprobar. La información no trascendió en la prensa trujillista, pero fue un grosero espectáculo que de modo discreto contó con miles de espectadores en la Capital. El fallecido intelectual Federico Jovine Bermúdez que era un joven en la época, nos confirmó el suceso.
Luego el 19 de noviembre de 1963 durante el mandato del triunvirato golpista se usó otra modalidad terrorista, ordenando a aviones de guerra realizar vuelos rasantes sobre la ciudad de Santo Domingo como medio de intimidar a los gloriosos combatientes del 14 de junio que se preparaban para subir a las lomas a luchar contra ese régimen reaccionario. En medio de las peligrosas maniobras se precipitó a tierra un Mustang P51 en Villa Francisca, frente a mi domicilio en la antigua Félix María Ruiz (Avenida México), resultando fallecido el piloto, seis vecinos y dieciséis heridos, por una maniobra aérea injustificada.
Al discurrir dos años después en la misma zona, que fue parte del territorio constitucionalista, aunque la población civil había disminuido por ser una zona de combate, ocurrió un hecho totalmente contrario. Un avión parecido a los de pasajeros de la aviación militar de los Estados Unidos sobrevoló en círculo a niveles muy bajos para que se escuchara un mensaje con una potente bocina que se percibió en toda la zona constitucionalista, el suscrito que caminaba desde Villa Francisca hacia Ciudad Nueva pudo escuchar todo el mensaje como si fuera una emisión de radio.
La enorme nave aérea podía ser un fácil blanco de las baterías antiaéreas constitucionalistas, sin embargo la jefatura patriótica que encabezaba el presidente Caamaño y el ministro de guerra Montes Arache decidió que nadie le disparara, el avión realizó su misión y se retiró, posiblemente a la base aérea de San Isidro.
Otro incidente aéreo que merece recordarse fue la caída de un avión de la injustamente extinguida Compañía Dominicana de Aviación (CDA), el 15 de febrero de 1970 con la muerte de más 100 personas, en su mayoría dominicanos y puertorriqueños. Al salir del Aeropuerto de Las Américas se apagaron los motores y la nave cayo en el Mar Caribe. La investigación final destacó que previamente se había contaminado el combustible por el ingreso de agua a ambos motores.
Siempre ha circulado la versión oficiosa que se trató de un sabojatebe ordenado por Ramfis Trujillo, se pensaba que Imbert Barreras participante en el tiranicidio de Trujillo, viajaría en ese avión, pero no tomó el vuelo. Si lo hicieron su esposa, una hija y una hermana que fallecieron. El Gobierno de la época no insistió en profundizar las investigaciones por razones obvias.
En definitiva es un muy peligroso el “alegre método” que están usando las bandas terroristas en Haití apostando a derribar un avión de pasajeros, es intolerante.
De modo deplorable la clase gobernante haitiana en vez de propiciar una verdadera solución interna al aflictivo conflicto, los observamos como viven riñendo entre ellos en una especie de garata con puños por ocupar los principales cargos ejecutivos del Gobierno, mientras continua el estéril derramamiento de sangre. Con aspectos absurdos como la actitud de la modelo que funge o fungía como canciller, que se molesta en realizar un costoso recorrido internacional (mientras el pueblo se muere de hambre) para de manera descabellada imputar ante organismos descreditados como el ministerio de colonias OEA, la responsabilidad de lo que ocurre en su país a los dominicanos. Por nuestros barrios a esa actitud la denominamos «ver la paja en el ojo ajeno».
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