Por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio
Cuidar de manera integral a nuestras mascotas es una expresión de responsabilidad y amor. Sin embargo, darles el lugar o trato que solo merece una persona humana es, según nuestra fe, incorrecto.
Recordemos las palabras del Papa: “Me presentaron a una mascota como si fuera un niño.” Es esencial distinguir entre el cuidado de un hijo y el cuidado de una mascota.
La advertencia es clara: no debemos sustituir a las personas por mascotas. Debemos cuidarlas, pero sin exagerar su importancia. Las mascotas merecen nuestro cariño y atención, pero siempre dentro del marco adecuado, reconociendo que el vínculo humano es irremplazable. En el balance correcto, podemos ser buenos cuidadores sin perder de vista lo que realmente importa.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo queremos.
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