Por Lincoln López
La Educación se está constituyendo en una especie de túnel, un espacio cerrado comunicando dos puntos: el de entrada y el de salida. Ciertamente, no todo el que entra, logra salir con las “luces” cognitivas y críticas suficientes para afrontar el mundo que le espera del otro lado. La educación de túnel es el problema.
También es verdad que no todos los inscritos pueden salir como egresados. Muchos factores inciden durante el proceso, produciéndose la dañina deserción. Principales causales: la pobreza familiar, el embarazo en adolescentes, enfermedad o discapacidad, simplemente no le gustó, no había escuela o estaba lejos.
Ese problema adquiere niveles de gravedad. Veamos: el 49.9% no termina el Nivel Básico. Los que concluyen y no continúan los estudios universitarios representan el 17.7%. Solamente el 14.5% ingresa a la universidad. Agrego, de estos, habría que contabilizar un porcentaje por abandono de los estudios superiores. (Datos oficiales de la O.N.E.).
A esa estadística incorporo otro factor reciente y creciente, por la cantidad de educandos involucrados y los nacientes conflictos sociales generados: una parte de nuestros nacionales son discriminados para acceder formalmente a instituciones públicas, por encima de sus derechos constitucionales, porque su espacio está cedido a extranjeros.
Vuelvo a lo principal: al “túnel” enseñanza-aprendizaje. Desde hace algún tiempo se está imponiendo en los centros educativos por parte de poderes mediáticos, un modelo de educación basado en competencias. Una de las “modas pedagógicas” más extendidas en la actualidad. Aunque tiene defensores y detractores como es natural, lo cierto es que el producto humano surgido de “ese túnel”, tiene marcadas debilidades cualitativas; incluyendo, por supuesto, perturbaciones en el carácter.
Si bien “el aprendizaje por competencias se basa en la idea de que el conocimiento se construye y se reconstruye en función de las situaciones y los contextos…y que no tiene sentido enseñar contenidos aislados y abstractos, sino que hay que enseñar capacidades para actuar de forma eficaz ante los problemas y los retos de la vida” (XarxaTIC); al mismo tiempo, ese modelo olvida (?):
La importancia de los conceptos, las teorías, los principios, las leyes, las fórmulas, los hechos…y todo aquello, es la base de cualquier disciplina científica, artística, humanística o técnica”. Por esa razón, “se ha perdido la visión global y la coherencia interna, se dificulta la transferencia de lo aprendido, se debilita la memoria y el pensamiento crítico, se desprecia la cultura y la tradición, trivializando la educación y empobreciendo la mente del alumnado” (XarxaTIC).
Basta analizar el nivel de comprensión y el pensamiento crítico, la cultura y la tradición en la generalidad de los jóvenes, para comprobarlo.
Esta es la triste realidad.
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