Por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio
La educación sexual es esencial, pero no debe centrarse solo en la genitalidad.
Educar sexualmente implica hablar de castidad y de la dignidad integral de la persona.
La educación sexual es una parte fundamental de la vida y debe impartirse en la escuela, en el hogar y en la Iglesia.
La Iglesia también enseña sobre sexualidad, tratándola como una materia vital para la vida.
Por eso, no debemos dejar la educación sexual en manos de cualquiera o de personas con ideas arbitrarias.
Es crucial reiterar que la educación sexual es necesaria.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
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