Por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio
La oración de la madre viene a suplir tantas veces la oración de aquellos que no hacen oración.
Encontramos aquellas madres como Santa Mónica, la madre de San Agustín, que le daba seguimiento y oraba por él. San Agustín es uno de los hombres más grandes de la humanidad, pero casi hasta los treinta años como decimos coloquialmente era un "tigre". Anduvo buscando muchas corrientes, pero su madre, Mónica, le dio seguimiento y oró por él.
Por eso a todas las madres se les invita siempre a que sigan el ejemplo de Mónica, Que le den seguimiento a sus hijos, que oren por ellos y podrán lograr tantas veces que sus hijos terminen siendo un san Agustín.
Hasta mañana si Dios, usted y yo lo queremos.
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