Por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio
Aunque muchos se quejan y generalizan al decir que la juventud está perdida, hay en la sociedad de hoy jóvenes bien capacitados, que incluso, por poner un ejemplo, están entrando en un liderazgo político.
Hay que escuchar las propuestas de tantos jóvenes capacitados en las diferentes ramas del saber.
Ellos son sangre fresca y nueva, esperanza para la sociedad.
Debemos fomentar la formación y capacitación de la juventud para que sean entes bienhechores del mundo en que vivimos.
Necesitamos sangre fresca, y esperamos que ahora, como en este certamen político que acaba de pasar, aparecieron tantos jóvenes, sigan surgiendo también en el futuro, pero con gran sentido de servicio y una buena formación.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
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