El transporte aéreo es un sistema

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Rosario AvilésPor Rosario Avilés


Una de las grandes dificultades para que el sector del transporte aéreo logre ser rentable, suficiente, creciente, eficaz y eficiente, es entender que no se trata de un monolito. El transporte aéreo es un sistema, y como tal necesita que todas sus partes logren armonizar sus prioridades, en función de la seguridad operacional, la eficiencia y la comodidad del pasajero. Y todo ello, debería lograr que el avión sea accesible a cada vez mayor número de personas.


Desde luego que esto es un ideal. No obstante, como dirían los clásicos, en busca de la perfección (inasible) se logra la excelencia (posible). Pero para ello también es necesario que todos toquen, al menos, la misma partitura, cosa que a veces es muy difícil porque quien no ha estado en el sector aéreo puede creer que las cosas se arreglan dando manotazos en la mesa y no, como debería ser, a través de las normas y las mejores prácticas que otros han inventado y que llevan años perfeccionándose.


En la reciente asamblea número 80 de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) y la Cumbre Mundial del Transporte Aéreo, Luis Felipe de Oliveira, director del Consejo Internacional de Aeropuertos a nivel mundial (ACI-World), comentaba la importancia de sostener este tipo de reuniones para entender contextos, analizar los ecosistemas en los que opera la actividad aérea y lograr acuerdos, siempre en beneficio del pasajero porque, a final de cuentas, no hay aviación sin pasajeros pues así se tenga el mejor aeropuerto y la mejor aerolínea del mundo: sin pasajeros NO HAY AVIACIÓN.


En los últimos tiempos el transporte aéreo ha sufrido cambios significativos, sobre todo en lo que tiene que ver con las tecnologías. Estas han permitido ahorrar muchísimos recursos para hacer más eficientes una serie de procesos que antes llevaban horas y que estaba sujetos a muchas contingencias. La tecnología ha logrado bajar los costos y es previsible que en el futuro logre muchas más eficiencias y se garantice en una forma más clara la calidad de los procesos, con la introducción de la nueva era de digitalización que está transformando muchas industrias.


En toda esta ecuación, sin embargo, el centro de las mejoras debe ser el pasajero. Y para ello es indispensable que todos los actores de la cadena pongan en ello la mira. En ese sentido es que planear a largo plazo se hace indispensable. Un punto nodal en todo este entramado es la acción gubernamental porque si los gobiernos creen que la aviación les va a proporcionar dinero rápido, creyendo que es un asunto de ricos a quienes hay que cobrarles más impuestos, estarían cometiendo el peor de los errores. Esta visión es simplista y miope.


La aviación, vista hacia el largo plazo, puede darle mucho a un país: crea empleo, conecta unas regiones con otras, y se convierte en un sector que trabaja por la equidad; trae divisas a través del turismo y el comercio y transporta a migrantes con trabajos fijos y bien pagados en países más desarrollados, pero que gracias al avión pueden seguir en contacto con el país y de esta forma siguen enviando remesas.


Ojalá los políticos lo entiendan. Posponer la “fácil” ganancia de hoy, permite la verdadera riqueza del futuro.

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