Por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio
A pesar de vivir en un mundo aparentemente desarrollado y rico, el hambre sigue siendo una realidad dolorosa para millones de personas. Hoy día mundial del hambre recordamos que la falta de acceso a alimentos adecuados afecta a personas de todas las edades, incluidos los niños.
Es alentador ver a tantas familias que comparten un plato de comida con sus vecinos necesitados. El Papa ha enfatizado repetidamente que la raíz del problema no es la falta de riqueza o alimentos en el mundo, sino la falta de caridad y amor hacia los demás. Por lo tanto, combatir el hambre va más allá de proporcionar alimentos. También implica cultivar el amor y la solidaridad entre las personas. Cada pequeño gesto cuenta, y todos podemos contribuir. Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
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