Por Ramón Colombo
Para todo dominicano viajero entrar por cualquier lugar organizado no necesita visa, aunque llegue con un pasaporte extraño; en Aduana nunca le quitan nada, a menos que algo huela mal o sea demasiado caro; al salir, siempre le esperan familiares y amigos con un “¿Qué me trajiste?” que nunca falta; en la casa lo esperan para que se refocile con patica o mondongo; cuando pregunta qué hay de nuevo generalmente le responden con el primer recién nacido o el último muerto…Perdón. Corrijo: si llega, como yo, en estos días, la respuesta se convierte en pregunta: “¿Por quién vas a votar el día 19?” (y si evades responder es que simpatizas con el enemigo).
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