Por Lincoln López
Con un retraso de poco más de sesenta años, llegó a nuestro país, el debate político en la modalidad televisiva y con la presencia física de los candidatos. Un debate ampliado a otros cargos públicos: alcaldes, senadores, vicepresidentes y presidentes.
Al momento de escribir estas líneas, ya habrán debatido todos los aspirantes: (Distrito Nacional y Santiago); y haciendo un juicio a priori sobre los niveles de aceptación pública, parece que esta modalidad estará presente en las futuras campañas electorales y ojalá se convierta en una cultura para evaluar más a fondo las capacidades de los candidatos y sirva de guía para decidir el voto del ciudadano indeciso.
Debo hacer una salvedad: tomé como referencia los sesenta años, porque la crónica especializada estableció como “el primer debate político televisado de la historia”, el que tuvo lugar en los estudios de la CBS, Chicago, Estados Unidos y visto por más de 60 millones de personas, el 26 de septiembre de 1960 entre dos candidatos presidenciales: John F. Kennedy (Partido Demócrata) y Richard Nixon (Partido Republicano). Ese debate fue clave para la victoria de Kennedy.
Resulta provechoso manifestarle a las nuevas generaciones, que dos años y meses después, o sea, un 12 de diciembre de 1962, se realizó en la capital dominicana, Santo Domingo de Guzmán, un único evento televisado llamado “Debate político”, entre dos personajes: por un lado, el escritor y político, Juan Bosch, y, por el otro, un sacerdote jesuita e historiador, Láutico García. La diferencia consistió, en que uno era candidato, y el otro no.
En realidad fue una maniobra política del sector conservador, acusando a Bosch de “Marxista-Leninista” (Comunista) para impedir su triunfo electoral como candidato liberal dado su creciente liderazgo en las masas populares, además, fervientemente católicas. El pueblo pudo evaluar esa noche por televisión, la sólida formación intelectual del candidato, recién regresado al país después de vivir más de veinte años de exilio. Ese debate fue clave para que Bosch ganara las elecciones ocho días después (20 de diciembre).
Si algo tiene la política criolla es la pasión. Ella es llevada a veces a niveles extremos, en sus distintas manifestaciones…pero sus líderes manteniendo distancia física lejana. Pocas veces están cara a cara y de frente al país. Por esa razón, opino que el debate es positivo, y lo sería más, si conocemos en profundidad su múltiple pensamiento crítico y su práctica, con menos “ofertas y promesas”. Asimismo, siempre velar por el rol muy importante de los moderadores, tanto en la forma como en el fondo.
Finalmente, sugerir que tomen en consideración otros “filos” del contexto internacional actual, en este complicado “Caribe: Frontera Imperial”.
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