Un punto de reflexión

“¿Estamos ante la razón de la sinrazón?”

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Luis Federico Santana

Por: Luis Federico Santana J.


Una verdad de difícil digestión y aparentemente contradictoria es que, si las naciones fueran dirigidas por los perros, el mundo fuera totalmente distinto al que tenemos en la actualidad.


Esta verdad debería ser hasta ofensiva para los seres humanos, pero no creo que la humanidad tenga tiempo para detenerse y pensar esta perspectiva de la vida. Los hombres hoy están muy orondos y satisfechos con lo que han logrado.


Es cierto que los perros no tienen la capacidad de razón, pero sobreabundan en afecto y valoración de sus amos y hasta de sus propios congéneres.


Y, en definitiva, ¿qué ha logrado la racionalidad en la historia de la humanidad si el hombre hoy es capaz de cometer aberraciones peores que nuestros antepasados de las cavernas?


¿Para qué sirve la razón, la ciencia y la tecnología cuando tenemos menos afecto, más crueldad e insensibilidad frente a los propios seres humanos, la naturaleza y los animales?


El perro ladra y muerde sólo a quienes le resultan sospechosos, lo maltratan o ponen en peligro su seguridad y la de sus amos. El hombre, por el contrario, es capaz de hacer daño hasta a un niño o un anciano indefenso, y ¿de qué le sirve la razón en esas circunstancias?


La razón para muchos humanos es una simple facultad o capacidad sin uso, como una especie de recipiente vacío, sin contenido. Para nada sirve la razón cuando no se activa y se pone en funcionamiento.


El filósofo español, José Ortega y Gasset, sostiene que el tigre, como animal, no puede destigrarse, es decir, no puede dejar de ser tigre. El hombre, sin embargo, puede deshumanizarse. En otras palabras, la conducta humana puede rebajarse a niveles inferiores a la de los animales.


En verdad el hombre es un animal, pero racional. Así lo sostiene ese clásico de la filosofía griega, Aristóteles. ¿Pero, de qué le sirve al hombre la racionalidad? ¿Qué uso ha hecho de ella?


Los humanos hoy han estado muy ocupados en el Macro - Mundo, que es el mundo exterior de la ciencia, la tecnología y las mega y multimillonarias obras. Lamentablemente se ha olvidado del Micro - Mundo, que es el mundo interior de la Ética, los valores y los principios morales.


Esa es la razón por la cual han alcanzado, en ese Macro - Mundo, descubrir el átomo. Por su pobreza ético – moral no han sabido administrar este descubrimiento y, en lugar de aprovechar el átomo en la producción de energía y otros usos beneficiosos para la humanidad, lo han convertido en bomba atómica para su propia autodestrucción.


En vísperas de un nuevo año, se impone una mirada al interior de la persona y un uso adecuado de la razón para la construcción de un mundo más justo, fraterno y solidario. Ojalá el dinamismo mismo de la naturaleza empuje hacia esa dirección y encarrile el accionar humano hacia la búsqueda del bien.

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