Por Ramón Colombo
La mejor fiesta navideña en este país es en un lugar (difícil de encontrar, pero al que todo el mundo llega) con árboles que adornan con lucecitas cada rama, para convertir la noche en fresca mañana; sillas iguales para cada invitado desigual; botellas abiertas para quienes no deben manejar, pero manejan; mil diálogos con risas a costa de políticos y burócratas cómicos; periodistas, desde reporteros hambrientos hasta articulistas bien comidos…Y ahí está lo que no puede faltar: beber y comer hasta decir ya y una fantástica anfitriona, Altagracia Salazar, que a lo largo de la noche en cada grupo deja un alegre pedazo de gran amistad.
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