​Cultura viva

“Un negocio de Doña Hormiga” (Fábula)

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Lincoln López

Por Lincoln López


Juan Bosch (1909-2001), es un maestro de la narrativa literaria dominicana, además de pensador social, político… y tiene una variada y valiosa obra bibliográfica…particularmente en el género de la fábula solamente escribió tres: “Don Gato y Don Ratón”, “El General Don Gallo” y “Un negocio de Doña Hormiga”.


Esas tres únicas fábulas de su autoría, fueron escritas en el año 1934 y publicadas en la Revista Alma Dominicana bajo los seudónimos de “Juan Niní” y “Juanito Niní”. Por alguna razón, esta trilogía no apareció en los libros de cuentos editados “antes, durante y después del exilio”. Por tanto, muy pocos sabían de la existencia de las mismas hasta que el investigador, biógrafo  y destacado escritor dominicano Miguel Collado las descubrió en 1999.


Por definición, una fábula es “un breve y ficticio relato, protagonizado por animales que hablan, escrito en verso o en prosa, con una intención didáctica de carácter ético y universal manifestada en la parte denominada moraleja”.


Transcribo dicha fábula “Un negocio de Doña Hormiga”:


“Desde que llegó el invierno, doña Hormiga se metió en su casa con sus hijas a comer, a engordar y a pensar en qué harían cuando llegase la primavera.


Resolvieron poner una zapatería cuando empezaran los tiempos buenos.


Alquilaron una tienda en la calle El Conde y todo el mundo se quedó asombrado cuando abrieron su comercio.


La tienda estaba llena de zapatos desde el piso hasta el techo.


Eran zapatos criollos, mejores que todos los zapatos extranjeros que se vendían en la calle.


Cuando pasaron los meses, pensó que el material se pudriría, lo que habría ocurrido si los zapatos no hubiesen sido criollos y lloró muchísimo.


Al tercer mes, apenada porque sus hijas, jovencitas en edad de lucir, no podían comprar ropa, y porque el casero, que era un perro al que las malas pulgas lo tenían siempre de mal humor, la amenazó con botarla.


Lloró tanto que parecía que se había roto una cañería del acueducto.


Sus hijas lloraron también.


¿Perderían su preciosa zapatería fruto de un año de laboriosidad y de ahorro y única esperanza de toda la familia?


Pero cuando más lloraban llegó la señora Ciempiés con cinco hijas y dos hijos pequeños a comprar zapatos.


¡Y doña Hormiga vendió la tienda entera!


Cada uno de sus inesperados clientes necesita cien zapatos.


Este fue el negocio de doña Hormiga, que se hizo rica en una hora como premio a toda una vida de trabajo, y de confianza en el porvenir y todos los demás comerciantes de la calle El Conde: turcos, españoles e italianos se murieron de envidia.


Los que hay ahora vinieron después”.

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