Por Luis Federico Santana J.
Aunque se trate de algo insignificante, lo que ocurre a los grandes es periodísticamente grande, por el hecho de sucederle a ellos.
De igual forma, lo que dicen los grandes, es importante, aunque sea una tontería o necedad. El valor realmente no está en lo que se diga o en lo que se haga sino en la posición social, política o económica que ocupe el protagonista de la noticia.
A este principio periodístico se le denomina prominencia. Desde la perspectiva de la prensa radial, escrita y televisada; lo que le sucede a los grandes ya es motivo para convertirse en primera plana.
Desde este criterio hasta un puente que se caiga en una comunidad apartada, donde viven sectores humildes; no califica para ser noticia por no involucrar a figuras prominentes.
En cambio, si el presidente de la República pasa por el sector X, del pueblo Z y se come un frío frío, ya es primera plana para todos los Medios de Comunicación.
El periodismo, como historiografía de la cotidianidad, se convierte así en un servicio a favor de los grandes, de los que tienen poder; no importa el sector al que pertenezca.
La Sociedad es una especie de pirámide en el que el presidente está en la cúspide de la pirámide, mientras los conserjes de una escuela están abajo, en la zapata.
Así ocurre en el partido, en la empresa, en la Iglesia... Dentro de la misma Iglesia el Cardenal se encuentra sentado en el punto más alto de esa pirámide, mientras el catequista de la parroquia X está abajo, en la zapata.
La idea no es ignorar a las figuras prominentes, sino el que sean los únicos actores que califiquen para ser noticia.
Como periodistas debemos ser capaces de conocer esa realidad social y desmitificar ese principio de la prominencia. De lo contrario nuestro ejercicio seguirá al servicio de los grandes, y en contra de los pequeños.
Al leer la prensa, ver la televisión y escuchar la radio cada día, el pobre y el humilde cree que no vale, que lo que le ocurre como campesino o como obrero no califica para ser noticia.
Tampoco valen sus opiniones, sus ideas, lo que hace cada día. Vale lo que ocurre en el Palacio Nacional, en la capital, en los países ricos.
Andrés Herts, en su obra “La Noticia Popular” de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), afirma que la prensa cree que lo que pasa en el interior del país no vale.
De igual forma es insignificante lo que ocurre en los barrios marginados, en los países pobres, a la gente humilde. Sencillamente los periodistas consideran que estos hechos no merecen ser reseñados como noticia. A menos que no se trate de una gran desgracia.
Hace falta desenmascarar ese famoso principio de prominencia, si queremos ejercer un periodismo responsable y apegado a la objetividad. Los pobres también son actores sociales, no los ignoremos en nuestro ejercicio.
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