Por Ramón Colombo
Pero el asunto no es tan fácil: Hay que comprar o arrendar centenares o miles de autobuses; reeducar a sus choferes para que manejen lenta y civilizadamente, respetando rigurosamente las normas del tránsito; asignar un ayudante que mantenga el orden, mientras el autobús cubre su ruta; que las paradas sean puestas lo más cerca posible de cada colegio o escuela; que todo pasajero lleve su identificación a la vista; que en cada parada haya por lo menos un maestro que reciba a los alumnos que correspondan a su centro educativo y que los padres de familia colaboren con el sostenimiento de este magnífico sistema de transporte escolar.
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